miércoles, 2 de noviembre de 2016

Todo espejo, toda imagen, toda lengua, es simulacro de nuestra propia incertidumbre



Tal vez ya no quiera tu reflejo
a través de la ventana
ni tu espejo agrietado
que se arranca de una silla.
Ni tu espalda en la cocina atrincherada
ni tus piernas
Otra silla/ desarmada.
Y no quiera las mañanas aún oscuras
ni tu abrazo
tan dispuesto/ ya sin brazos.
Tal vez despertaste tus vacíos
cuando el sueño deambulaba- acompañado
y discernir entre la boca que moría
por tu boca descarnada
y tus ojos de sí mismos
incendiados.
/un encanto de lo hambriento/
Tal vez ya no quiera
una lluvia suspendida
inútil. 

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