miércoles, 6 de abril de 2016

 Soñar un incendio sin olor
 sensación  de descenso
Pero hay hormigas locas

y pájaros huyendo a gritos.

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La sirena que vive en tu ojo
con el agua de tu ojo se acaricia
mientras bebe de un espejo tu mirada.

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El suicida ha fallado
Por más cuerpo que no quiera
se hace carne
ha tomado un espacio de este aire
 lo entrelaza con sus hilos una malla tan delgada
 se alimenta de los sueños
por  más cuerpo que no quiera.

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Un instante que le sigue a otro instante
que se suman en infinitos instantes
para reconocerse vida en una sola
medida del ahora
un instante continuidad o fragmento del pensamiento
que me tiene estando
demorando o imposible
recobrarlo  todo.


Tres cuadras atrás de la misma persona
las sirenas bailan
un auto aminora
abre y cierra la puerta sobre la marcha imprecisa
mis orejas tapadas de música
gozo en una gran avenida, sola
y dos novias cruzan hoy tan fuertes.
Alguien abre el camino y enmudece.
Caminaré más lento otras tantas cuadras
seguiré el camino y sus pasos desvanecidos.

río amarillo

Reaprender a respirar
Esta todo el aire a disposición en la profundidad del río amarillo
Los peces cíclopes con sus escamas violetas buscan unir miradas eléctricas en lo más hondo, donde la luz no llega.
Reaprender a dormir en una barca aún amarrada esperando que pase la tormenta confundida.
Por aquí no era
Por aquí no era
Reaprender a dormir con la propia piel desconocida
Sin olvidar respirar el poder del olvido que duerme
en lo más hondo del río amarillo

donde la luz no llega.

Casa...

Volví otra vez a  casa, ella tiene una historia que precede el entorno que ha forjado la industria y la mala urbanización, llega el olor del puerto, llega el olor de la fábrica de cerveza, las ventanas se enfrentan a otras y se puede ver el comportamiento de algunos hombres, solo hombres. Siempre vestidos de azul,  son más visibles en el turno de la noche cuando la luz crea el espacio que se expande detrás de las ventanas. Una vez uno de ellos  me saludo desde su altura, en este tiempo nos hemos estado observando y conformándonos con eso.
Vuelvo, y para mi sorpresa me encontré con una humilde plantita abandonada en el balcón, volvía a crecer para recibirme sin haberle dado yo ningún cuidado. Otras sorpresas también se sucedieron como una concordancia de hechos a mi favor, dos nuevos amigos con los brazos abiertos a contenerme y a compartir la soledad que cada uno traía  en su mochila.

La casa de techos altos, volvió a recibir mis pies sobre los pisos de madera de las amplias  habitaciones como la primera vez, volviéndose refugio de una ingenua y quebrada enamorada.


Mi religión es la hierba
El abrigo de un verde tejido matizado
Un descanso va enraizando
La respiración como lengua
Humedad fresca
Hilado de alivio
La hierba me convoca delicada
a ser esta noche intermediaria de las pieles
de susurros de la hierba con el cielo
las caricias  de este  cielo con la hierba.

Se abre el camino