Una tajada es una palabra del desierto.
De viento, una tajada golpeó la puerta
El golpe tajante enmudeció tu hálito
En ese entonces corría el tiempo en tajos y aprendimos a leer los labios.
Una tajada por cada vida con hambre, y los perros chorreando baba.
Un tajo desde el plexo al ombligo resguardando otra, secreta, y frágil tajada.
Mudo en la esquina el vendedor las frita y busca miradas antojadizas enlenteciendo su aviso de boca azucarada para que el niño comprenda que puede acercarse, llenarse de olores largos y tomar una tajada.
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